El culto por la delgadez
Por: Laura Elena Martínez Morales
En la década de los 60´s ocurrieron grandes movimientos sociales como la revolución sexual y el feminismo; también hubo una transformación de los medios de comunicación como fue el caso de la televisión con la incorporación de satélites que permitieron transmisiones a lo largo y ancho de todo el mundo. Los estereotipos de belleza se modificaron, centrándose significativamente en el cuerpo femenino y particularmente en la delgadez, la cual hasta nuestros días continúa siendo hipervalorada con consecuencias realmente peligrosas.
Conocer este contexto cultural y social resulta de gran relevancia para comprender que el deseo de muchas mujeres y hombres de perder peso, librarse de una vez por todas de esos kilos de más, de esas lonjitas tan incómodas, de bajar la pancita y/o reducir una o dos tallas no se gesta en el vacío, no se les ocurrió de repente una mañana al despertarse. El asunto es más complejo porque se impone como un “deber ser”; los medios de comunicación junto con la publicidad ejercen el PODER DE INFLUIR en la decisión personal acerca de cómo DEBIERA lucir un cuerpo bello y aceptable. Su poder es tal que las personas internalizan, o sea, se apropian de ese ideal del “cuerpo perfecto” y eso interfiere en la relación con su propio cuerpo. Se mezclan sentimientos de insatisfacción, rechazo y frustración con ideas de tener que hacerle correcciones, cambios, transformaciones, someterlo a dietas, cirugías o planes extenuantes de ejercicio para conseguir ese ideal inalcanzable.
El cuerpo delgado como sinónimo de belleza activa un sin fin de prácticas de evaluación, una de ellas, la báscula para checar el peso corporal y vigilar que esos kilos de más se esfumen. Otra práctica es comparar constantemente nuestro cuerpo con el que las revistas muestran, con aquellos que se exhiben en los escaparates, con los que caminan por las pasarelas, se premian en un concurso de belleza o en una competencia fitness o de fisicoculturismo.
Es importante decirlo (¡denunciarlo!): el deseo de “ser delgada(o)” no surge del interior de la persona, sino del contexto socio-cultural en el que crece y vive. En el propósito de perder esos kilos que impiden alcanzar la meta de perfección la comida puede volverse una aliada o una enemiga; ciertos alimentos podrán ayudar o boicotear el plan, convertirse en fieles compañeros o un obstáculo. De manera que la búsqueda y lucha por un cuerpo de 10 tiene efectos directos en la relación que se establece con la comida.
Finalmente, podría afirmarse que si bien la mujer es la primera afectada en no lograr alcanzar lo inalcanzable, actualmente son cada vez más los hombres reclutados por la idea de poseer un cuerpo delgado ¡ni los niños ni las niñas se salvan¡
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